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LO QUE NOS GUSTA PASA LENTO Y LO QUE ENCANTA PASA COMO EL VIENTO

  • Foto del escritor: Estefanía Castañeda Ruíz
    Estefanía Castañeda Ruíz
  • 25 feb 2022
  • 2 Min. de lectura

Cada sílaba de este título pasa en la rutina diaria de la vida, es como la comida del día a día, tener la responsabilidad de cumplir con las obligaciones y rendir ante los entes que miden, verifican, intensifican y garantizan qué nuestra productividad y rendimiento esté siendo completamente efectiva.


Que nuestro cerebro efectivamente esté generando resultados, pero, para lograr estos resultados hay que hacer sacrificios, sacrificios que pasan con la lentitud más grande, pero que permiten compartir con las personas más allegadas, aquellas que con solo verlas sonreír uno siente que les está entregando el mundo en las manos, aquella familia con la que uno genera empatía, amor y más sentimientos de unión, esos son los momentos más significativos, estar con la pareja y poder demostrar mediante los más sencillos detalles y los esfuerzos más gratificantes solo por ver una sonrisa y una transición diferente al estrés común.


Pero, lamentablemente este tipo de transiciones son como el viento, es en un abrir y cerrar de ojos que genera volver a la realidad, y volver a la responsabilidad, es importante aclarar que el 50% o yo diría que más del 50% de las personas no disfrutan sus trabajos, son sometidos a los reglamentos y estructuras lineales que solo jerarquizan y centralizan cada rol por un objetivo financiero, operativo e inclusive cognitivo, pero nunca emocional, es por ello que cada vez qué llegan los famosos domingos sin un lindo festivo, el índice emocional es completamente violentado, porque se piensa en el mañana y no en el hoy, pero eso no pasaría, sí los grandes empresarios, y lideres de organizaciones en emprendimientos sembraran el sentido de pertenencia e incentivo por un trabajo digno, y tranquilo, donde el sentido humano es indispensable.


Es por ello qué, el viento se lleva lo que uno más le gusta hacer, lo que uno le hace feliz se disfruta, pero cuesta seguirlo generando, a eso se le llama sacrificio, sí, sacrificio si llegase a no gustarnos nuestros trabajos, pero si nos gusta, perfectamente generaríamos la distribución de tiempo sin obligación y con gusto en sus crecimientos y emprendimientos.


Por eso, cada vez que lo que nos encanta se lo lleve el viento, disfrutemos como si fuéramos resistentes a esa marea, para que el rayo del sol no nos queme en lo que no nos gusta y seamos una resistencia laboral y de trabajo.


Porque el viento es una experiencia constante y el rayo del sol es un reto transformante.



Estefanía Castañeda Ruíz Comunicadora Social y Periodista

 
 
 

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